La Biblia es un libro sagrado que ha sido interpretado de diferentes maneras a lo largo de la historia. Sin embargo, hay ciertos temas que son comunes y que se repiten a lo largo de sus páginas. Uno de estos temas es el del morbo y la tentación. En este artículo, exploramos lo que la Biblia enseña sobre estos temas y cómo podemos aplicar sus enseñanzas en nuestra vida cotidiana.
¿Qué es el morbo?
Antes de hablar sobre lo que la Biblia enseña sobre el morbo, es importante entender lo que significa este término. El morbo es una atracción o deseo por algo que se considera prohibido o inapropiado. En el contexto de la sexualidad, el morbo puede referirse a una obsesión por prácticas sexuales que son consideradas inmorales o ilegales.
La Biblia y el morbo sexual
La Biblia es clara en cuanto a lo que considera sexualmente inmoral. El libro de Levítico, por ejemplo, enumera una serie de prácticas sexuales que son consideradas abominables por Dios. Estas incluyen el adulterio, la fornicación, la homosexualidad y la bestialidad.
Además, la Biblia enseña que el morbo sexual es un pecado. En Mateo 5:28, Jesús dice: «Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón».
Esto significa que la lujuria y el deseo sexual por alguien que no es nuestra pareja es considerado un pecado por Dios.
Cómo evitar la tentación sexual
La Biblia también nos enseña cómo podemos evitar la tentación sexual. En 1 Corintios 6:18, se nos dice: «Huid de la fornicación». Esto significa que debemos alejarnos de situaciones que nos puedan llevar a cometer pecados sexuales. Por ejemplo, si sabemos que estar a solas con alguien puede llevarnos a tener relaciones sexuales, debemos evitar esa situación.
Además, la Biblia nos enseña a controlar nuestros pensamientos y deseos. En Filipenses 4:8, se nos dice: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad». Esto significa que debemos enfocarnos en pensamientos positivos y en cosas que nos acerquen a Dios en lugar de permitir que nuestros pensamientos y deseos se desvíen hacia lo inmoral.
La Biblia nos enseña que el morbo sexual es un pecado y que debemos evitar la tentación. Esto no significa que debamos reprimir nuestra sexualidad, sino que debemos controlar nuestros pensamientos y deseos y alejarnos de situaciones que puedan llevarnos a cometer pecados sexuales. Al hacerlo, podemos vivir una vida más plena y en armonía con la voluntad de Dios.