La Biblia nos habla de la dualidad del hombre, la lucha constante entre el viejo y el nuevo yo. En este artículo, exploraremos este tema tan relevante para la vida cristiana y cómo podemos aplicarlo en nuestro día a día.
¿Qué es la dualidad del hombre?
La dualidad del hombre se refiere a la lucha interna que existe en cada persona entre su naturaleza pecaminosa y la nueva vida en Cristo. Esta dualidad se menciona en varios pasajes de la Biblia, como en Romanos 7:15-20, donde el apóstol Pablo describe su lucha interna: «Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago… Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí».
La naturaleza pecaminosa del hombre
La naturaleza pecaminosa del hombre se refiere a la inclinación natural de cada persona hacia el pecado. Esta inclinación se originó en la caída de Adán y Eva en el Jardín del Edén y se ha transmitido a toda la humanidad. Como resultado, todos nacemos con una naturaleza pecaminosa que nos lleva a hacer lo que no debemos hacer y a no hacer lo que debemos hacer. (Romanos 3:23)
La nueva vida en Cristo
La nueva vida en Cristo se refiere a la transformación que ocurre en una persona después de recibir a Jesús como su Salvador. En este momento, el Espíritu Santo entra en la vida del creyente y comienza a trabajar en él para transformarlo de adentro hacia afuera. (2 Corintios 5:17)
La lucha constante
La lucha constante entre el viejo y el nuevo yo es una realidad para todo cristiano. Aunque hemos sido transformados por la gracia de Dios, todavía tenemos que lidiar con nuestra naturaleza pecaminosa. En algunos momentos, el viejo yo puede tomar el control y llevarnos a pecar, mientras que en otros momentos, el nuevo yo puede prevalecer y ayudarnos a hacer lo correcto. (Gálatas 5:16-17)
Cómo vencer la dualidad del hombre
Para vencer la dualidad del hombre, es importante que nos enfoquemos en fortalecer nuestra nueva vida en Cristo. Esto implica leer y estudiar la Biblia, orar, congregarnos con otros creyentes y buscar la guía del Espíritu Santo.
También es importante que evitemos las tentaciones y las situaciones que puedan desencadenar nuestra naturaleza pecaminosa. (1 Corintios 10:13)
La importancia de la confesión y el arrepentimiento
Cuando caemos en pecado, es importante que nos confesemos y nos arrepintamos ante Dios. Esto nos ayuda a mantener nuestra relación con Él y a fortalecer nuestra nueva vida en Cristo. La confesión y el arrepentimiento también nos ayudan a reconocer nuestra dependencia de Dios y a buscar Su ayuda para superar la dualidad del hombre. (1 Juan 1:9)
La dualidad del hombre es una realidad para todo cristiano. Aunque luchamos constantemente entre nuestra naturaleza pecaminosa y nuestra nueva vida en Cristo, podemos vencer esta lucha al enfocarnos en fortalecer nuestra relación con Dios y evitar las tentaciones. Que Dios nos ayude a vencer la dualidad del hombre y a vivir una vida plena en Él.
¿Es posible vencer completamente la dualidad del hombre?
Aunque la dualidad del hombre es una realidad para todo cristiano, podemos vencer esta lucha al enfocarnos en fortalecer nuestra relación con Dios y evitar las tentaciones. Sin embargo, mientras vivamos en este mundo caído, siempre tendremos que lidiar con nuestra naturaleza pecaminosa.
¿Qué papel juega el Espíritu Santo en la lucha contra la dualidad del hombre?
El Espíritu Santo es esencial en la lucha contra la dualidad del hombre, ya que es Él quien nos transforma de adentro hacia afuera y nos ayuda a vivir una vida plena en Cristo. Es importante que busquemos Su guía y nos dejemos conducir por Él en todo momento.
¿Qué podemos hacer para evitar las tentaciones?
Para evitar las tentaciones, es importante que evitemos las situaciones que puedan desencadenar nuestra naturaleza pecaminosa. También podemos fortalecer nuestra relación con Dios a través de la oración, el estudio de la Biblia y la congregación con otros creyentes. Al hacerlo, nos estamos enfocando en nuestra nueva vida en Cristo y evitando las tentaciones que puedan llevarnos a pecar.