En este artículo, exploraremos la secta Encratita, un grupo religioso que tuvo una influencia significativa en el cristianismo primitivo. A través de la recopilación de datos de fuentes primarias, analizaremos su historia y doctrina para tener una comprensión más profunda de esta secta.
Orígenes y desarrollo
Los Encratitas, cuyo nombre deriva del término griego “enkrateia” que significa “autodominio”, surgieron en el siglo II d.C. como una rama del cristianismo primitivo. Esta secta se destacó por su rigurosa adherencia a la práctica del celibato y la abstinencia sexual, considerando que el acto sexual era intrínsecamente impuro y un obstáculo para la vida espiritual.
A pesar de su énfasis en el celibato, los Encratitas no fueron monásticos en el sentido tradicional. En lugar de retirarse del mundo y vivir en comunidades separadas, buscaban transformar la sociedad a través de su estilo de vida puro y austero. Promovieron valores como la castidad, la templanza y el desapego de los deseos mundanos.
Doctrina y creencias
Los Encratitas consideraban que el cuerpo humano era inherentemente malo y una prisión del alma. Creían en una marcada dualidad entre el espíritu y la materia, enseñando que el mundo material era corrupto y el espíritu era el único medio para alcanzar la salvación.
Rechazaban firmemente la idea de que Jesús había tenido un cuerpo físico, argumentando que su apariencia humana era solo una apariencia y no una realidad. Sostenían que Jesús era completamente espiritual, un ser celeste enviado para liberar a la humanidad del cautiverio material.
Además de su enfoque en la abstinencia sexual, los Encratitas también abogaban por una estricta dieta vegetariana. Creían que el consumo de carne era incompatible con la pureza espiritual y promovían el consumo exclusivo de alimentos de origen vegetal.
Influencia y legado
Aunque los Encratitas fueron una secta relativamente pequeña, su influencia se extendió por varias comunidades cristianas en el siglo II d.C. Sus estrictas prácticas y su enfoque en la vida pura y austera atrajeron a aquellos que buscaban una forma más radical de vivir su fe.
Su creencia en la dualidad entre el espíritu y la materia generó debates y controversias en el cristianismo primitivo. Algunos consideraban que sus ideas socavaban la enseñanza central de la encarnación y la realidad de la humanidad de Jesús.