¿Está listo para perdonar?

La pequeña carta a Filemón, ha sido identificada como el mejor escrito jamás escrito en papel. Incluso los incrédulos han visto la grandeza de esta pequeña historia. Hay varias formas de predicar de este libro. De hecho, uno de los mayores ejemplos de redención y reconciliación en toda la Biblia está aquí. No obstante, hoy quiero adoptar un enfoque un poco diferente para este libro y en lugar de tratar de identificarme con Onésimo, quiero que intentemos identificarnos con Filemón. Aquí hay un hombre cristiano que ha sido muy agraviado y se le pide que deje todo atrás y perdone. Creo que hay algunas lecciones aquí para cada creyente.

¿ALGUNA VEZ SE HA EQUIVOCADO?

En el versículo 11, hablando de Onésimo, el texto dice, “el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil”. Y en el verso 18, leemos, “Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta”. Aparentemente, Onésimo le había robado cierta propiedad a Filemón y se había escapado, lo que le costó mucho dinero a Filemón. Por cierto, el precio medio de un esclavo era de 500 denarios.

Cuando consideramos las pérdidas que provocó Onésimo, bien podemos decir con toda certeza que, agraviar a nuestro prójimo es un hecho lamentable. Aun así, cuando alguien nos hace daño, debemos saber cómo reaccionar. Si reaccionamos como enseña el mundo, ponemos en peligro nuestro testimonio. Pero si reaccionamos como enseña la Biblia, glorificamos a Dios y dirigimos a los hombres hacia un Salvador que puede marcar una diferencia en la vida de los hombres.

¿TIENE LA CAPACIDAD DE PERDONAR?

Pablo dice, “el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo” (v. 12). Pablo le dice a Filemón que “reciba” a Onésimo. Este verbo, en este contexto, habla de otorgar acceso al corazón. El es el efecto mismo de perdonar y reconciliarse con quien le ha ofendido.

Ante las palabras de Pablo, Filemón no tenía otra opción que tomar una posición que es sumamente difícil. Si él era indulgente, otros esclavos harían lo mismo; pero, si él fuera severo, entonces dañaría gravemente su alma. ¿Qué solución había? Pablo dice, “Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes también” (v. 18-19).

Cuando somos agraviados, ¿tenemos la capacidad dentro de nosotros para perdonar al ofensor? ¡Se nos ordena! (Mateo 18:20-35; Lucas 17:1-5) Tenemos un buen ejemplo en aquel que nos dio ese mandamiento (Efesios 4:31-33; Colosenses 3:12-13).

Cuando perdonamos como lo hizo Jesús, entonces caminamos en amor hacia el hombre y Dios (1 Corintios 13:4-7; Mateo 22:39)

¿TIENE LA CAPACIDAD DE ACEPTAR A OTROS?

Dicen los versos 15-16, “Porque quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor”. Cuando Onésimo se fue, era un pecador y un esclavo; cuando regresó, era un santo y un hermano de Filemón. La petición de Pablo era que Filemón recibiera a Onésimo como hermano en Cristo.

¿Podemos recibir a todos los hombres? ¿Podemos recibirlos independientemente de lo que hayan hecho, de qué color es su piel, de dónde vienen, etc.? Como cristianos, debemos practicar el mismo tipo de aceptación que practicó Jesús, independientemente de lo que nos hayan hecho (Efesios 1:6; Gálatas 3:28).

¿TIENES LA CAPACIDAD DE AMAR COMO JESÚS?

En el verso 17, leemos, “Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo”. Filemón no tuvo ningún problema en amar a los santos (v. 5). La verdadera prueba de su fe vendría cuando se le requiriera amar a Onésimo con el mismo grado de amor. ¡Filemón tenía unos zapatos grandes que llenar!

La prueba de nuestra fe es nuestra capacidad de amar a los demás como Jesús los ama. Incondicionalmente, sin reservas, de todo corazón. Debemos amar a los santos (1 Juan 2:10; 3:11; 14:17-18; 4:7-8, 11, 20-21), y también a todos los hombres (Mateo 22:39). Cuando somos capaces de amar a los demás, a pesar de lo que nos han hecho, entonces, y solo entonces, estamos viviendo el Evangelio.

Mientras está leyendo estas palabras, ¿puede pensar en alguien que le lastimó? Tal vez haya tenido pensamientos de venganza. Quizás le ha guardado rencor a esa persona durante algún tiempo. Déjame decirle esto, cuando guarda rencor no está lastimando a la persona con la que está enojado, se está lastimando usted mismo. Nunca podrá experimentar la plenitud del perdón de Dios hasta que lo practique en su vida. No hay mejor momento para empezar que ahora. ¿Está listo?