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Dios no es Hombre para que Mienta ni Hijo de Hombre para que se Arrepienta

Acontecimientos Religiosos de la Biblia

La Biblia es un libro sagrado que contiene numerosos acontecimientos religiosos que han impactado la historia de la humanidad. En este artículo, exploraremos uno de los aspectos fundamentales del carácter divino: Dios no es Hombre para que Mienta ni Hijo de Hombre para que se Arrepienta.

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Dios, la Fuente de Verdad

La Biblia claramente establece que Dios es la fuente de verdad absoluta. En el libro de Números, capítulo 23, versículo 19, se nos enseña que “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta”. Esta afirmación subraya la naturaleza inmutable de Dios y su carácter veraz, desprovisto de falibilidad humana.

La Fidelidad de Dios

El concepto de la fidelidad divina se encuentra a lo largo de la Biblia. En el libro de Salmos, capítulo 33, versículo 4, se afirma que “la palabra del Señor es recta, y todas sus obras son confiables”. Esta fidelidad garantiza que Dios cumple sus promesas y que su palabra permanece inalterable.

Esta firmeza en Su palabra se refuerza en el libro de Isaías, capítulo 55, versículo 11, donde se nos dice que “así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envío”. Estas palabras revelan la autoridad y el poder de Dios para llevar a cabo Sus planes y propósitos sin ninguna posibilidad de error o arrepentimiento.

La Inmutabilidad de Dios

Otro aspecto central de la afirmación “Dios no es Hombre para que Mienta ni Hijo de Hombre para que se Arrepienta” es la inmutabilidad divina. A diferencia de los seres humanos, que pueden cambiar de opinión o arrepentirse de sus decisiones, Dios permanece constante en Su carácter y propósito. Esta verdad se enfatiza en el libro de Malaquías, capítulo 3, versículo 6, donde se declara que “porque yo Jehová no cambio; por eso, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos”.

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La inmutabilidad de Dios proporciona seguridad y confianza a sus seguidores, ya que saben que sus promesas, mandamientos y revelaciones no serán alterados o revocados.

En resumen, la Biblia nos enseña que Dios es la fuente de verdad absoluta y que su carácter divino lo exime de mentir o arrepentirse. Su fidelidad y su inmutabilidad garantizan la confiabilidad de Sus palabras y promesas. Como creyentes, podemos depositar nuestra confianza en Él sin temor a ser defraudados.

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